Economía de palabras
Los todavía no confesos
Humberto Vacaflor Ganam
Un preocupante silencio reina en los más íntimos círculos de
colaboradores del presidente Evo Morales después de las graves
acusaciones que hicieron Marcelo Soza y Fabricio Ormachea en
Brasilia y Miami, respectivamente.
De todos los aludidos por esas denuncias sólo el vicepresidente
Álvaro García Linera mostró que no ha perdido el habla, cuando
dijo que él no es dueño del matutino La Razón.
Abundó sobre el tema la directora del mencionado matutino, cuyo
esposo goza de un cargo diplomático en el exterior, y dijo que,
en efecto, el dueño del medio es el venezolano Carlos Gil, no el
vicepresidente.
Pero los demás aludidos por las denuncias han callado, comenzando
por el ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, el de
defensa Rubén Saavedra y el locuaz viceministro de gobierno Jorge
Pérez.
Tampoco ha habido reacción alguna a la denuncia hecha por
Humberto Roca, también en Miami, sobre la manera “escabrosa” en
que se habría producido la compra de la red PAT de Tv por parte
de un allegado al gobierno.
Los medios de comunicación del país han dicho, los dignos, con
toda razón, que el país necesita una explicación del gobierno
sobre estas denuncias, pero una explicación seria.
Repetir, como lo hacen los otros medios, que los denunciantes son
“corruptos confesos”, haciendo eco a las palabras del presidente
Morales es, por lo menos, hacer el papel de cómplices.
Algunos columnistas también han dicho que eso de “corruptos
confesos” no explica nada. La frase es usada por el presidente
con cierta frecuencia, incluso para los que no son prófugos de su
gobierno. Al referirse a todos los expresidentes, llegó a decir
que se trataba del “sindicato de corruptos confesos”, aunque
después hizo las paces, e incluso tratos, con algunos de
ellos.
Los aludidos por Soza y Ormachea son piezas claves de la campaña
del presidente-candidato. Si admitieran los cargos contenidos en
las denuncias se convertirían en “corruptos confesos” y dejarían
de ayudar a la campaña.
Aparte de estos detalles electorales, lo preocupante es que se
esté haciendo costumbre que los corruptos sean castigados,
denostados y señalados, sólo cuando son confesos. ¿Aquellos
corruptos que no son confesos, es decir que no admiten sus
delitos, pueden seguir en sus cargos?
Ese es el detalle de la lógica del presidente que no se entiende
muy bien.
Vacaflor.obolog.com
Deja tu comentario Los corruptos no confesos gozan de buena salud
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